¡Vaya
fin de semana! (2 de 5)
Dejado
Gallipienzo a mis pies, viro hacia el Oeste y me dirijo hacia
la pista de los forestales en Tafalla. Pongo rumbo Ujué
y una vez rebasada la sierra del mismo nombre ya estoy casi sobre
Olite. Un poco más allá ya veo la pista de Tafalla.
Situada
al Sur de Tafalla, la pista es utilizada por los forestales y,
en caso de emergencia, es un alternativo de lujo.
Siempre
me quedo con ganas de bajar para saludar a esta gente que trabaja
mientras yo descanso y a la que admiro tanto por su dedicación
a conservar nuestro medio, pero siempre me contengo, pensando
que puedo ser más un incordio que una nota de animación
para su jornada.
La
pista aparenta estar en buenas condiciones, aunque algún
bache ya se divisa desde el aire.
Otro
día será, pienso. No obstante, no creo que baje
nunca, porque bastante parece que les molestamos al compartir
la frecuencia 130.125 MHz (cosa que nunca he entendido, como podemos
compartir frecuencia?!).
Mi
viaje continúa hacia el oeste. Supuestamente paso por la
zona donde debería estar escondido el campo de Berbinzana,
pero no hay manera. No me molesto en buscarlo y sigo mi rumbo.
Sí creo adivinar más tarde el campo de Sesma, pero
sigo hacia la Sierra de Cantabria, dejando al sur la ciudad de
Logroño y el aeropuerto de Logroño. Otra peculiaridad
curiosa, aerodromo y aeropuerto militar paralelos, que, éstos
no, no comparten frecuencias. ¡Cómo somos! Pongo
ambas frecuencias en la radio y voy saltando de una a otra a ver
si hay actividad por la zona. Nada de nada.
Sigo
mi vuelo y ya diviso los meandros del Río Ebro, así
que Haro debe de ser ésa ciudad que se ve un poco más
al oeste, me desvío un poco más hacia el sur y busco
mi destino: Santo Domingo de la Calzada, donde canto la gallina
después de asada.
Cerca
de este pueblo está en VOR de Santo Domingo, así
que por practicar un poco, coloco el GPS en una posición
visible y marco el VOR como destino para simular una navegación
con radioayuda. Realmente es un bobada, pero por practicar...
Mira
por donde, no es tan bobada, la raya del ILS simulado está
totalmente a la izquierda, así que vuelo en un rumbo de
45º con respecto a la raya. El tiempo pasa y no se mueve,
así que meto 60º a la izquierda a ver si llego a la
línea imaginaria. Nada. El tiempo pasa, me desespero, le
meto 80º, tampoco, tampoco, ..., de repente, se me empieza
a mover rápidamente hacia la derecha, empiezo el viraje,
pero para cuando he virado 80º la raya ya está totalmente
a la derecha.
Ahora
lo voy a hacer más suave, meto los 45º a la derecha
y a echarle paciencia. Y tanta paciente, la raya no se mueve.
Por fín parece que empieza a venir al centro, comienzo
un viraje a la izquierda, pero la raya va más rápida.
Hago el viraje más marcado, pero la raya ya está
en la izquierda de nuevo, sigo con el viraje y la raya tiende
a volver al centro, corrijo a la derecha y por fín consigo
mantener la raya en el medio. Miro fuera y ya estoy casi sobre
el VOR. Ahora viro un viraje de 90º y ya tengo el futuro
campo a la vista: ¡TCTO!
Hay
algunos tractores trabajando los campos, pero no los considero
espectadores, así que me voy a pegar unas pasadas rápidas
por el campo. Analizo la situación del pueblo para no atronarles
con mi motor y compruebo que está lo suficientemente lejos.
Sin reducir velocidad y a 4.500 rpm me lanzo hacia la pista trimando
el timón de profundidad para no hacer tanta presión
sobre el bastón.
No
hay ningún cable de alta tensión en los alrededores,
no hay obstáculos, todo en orden. Me lanzo hacia la pista
y veo que la parte que será la futura pista ya está
desbrozada. Bajo a 700 pies por minuto hacia la pista, veo un
arbolito en la parte más al este, intento seguir la pista,
pero el viento del este es muy considerable, claro, así
que he tardado tan poco en llegar hasta aquí. Me cuesta
seguir el eje del campo. Me deslizo como un cangrejo de medio
lado.
Cuando
paso por el final del campo, veo que ya han construido las columnas
del futuro hangar. Pero mi preocupación se fija más
en el pequeño encinar del final de la pista, voy a 180
km/h, así que en caso de parada de motor tendría
velocidad suficiente como para convertirla en altura, virar hacia
la derecha 180º y con el viento que hace, al deformar el
giro, encontrarme encima de la pista casi alineado. De todas maneras,
la siguiente pasada la voy a hacer en dirección contraria,
ya que en el otro lado no hay encinares bajos y los campos son
enormes explanadas de alternativos.
Hago
la pasada en dirección inversa y veo que el tractor se
ha parado y con la puerta abierta seguro que está mirándome
pensando que ya empiezan a llegar chalados con sus alucinantes
cacharros. De todas maneras, no creo que le moleste mucho y seguro
que hasta le hace ilusión ver un avión interesado
en sus tierras. Estoy convencido de que en el fondo a cualquiera
le encantaría poder acompañarnos y que el gusto
por volar es algo innato, adquirido desde niños. Lástima
que implique tantas responsabilidades legales para el piloto.
Si fuese como en yankilandia, donde un papel exonera al piloto
de toda responsabilidad y el pasajero reconoce que realiza una
actividad peligrosa en la que pueden ocurrir imprevistos y, por
tanto, asume los riesgos... Cuánta gente podría
llevar a volar por estos maravillosos parajes!
La
vuelta, rápida, sin novedades, sin fotos, en línea
recta hasta Sangüesa y para Lumbier. ¿Porqué
los viajes de vuelta son siempre insípidos? ¿Será
que una vez tomada la decisión de volver el objetivo es
tan fuerte que repele cualquier distracción? No lo sé,
pero casi siempre es así en mis viajes.
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