Apuntes
personales sobre el vuelo con patín de cola
Con
poca velocidad los controles de vuelo pierden efectividad siguiendo
el orden alerones - timón de profundidad - timón
de dirección. Teniendo en cuenta ésto, a bajas
velocidades estando cerca del suelo, para elevar un ala que
se nos cae, el mando a ejecutar es el pedal contrario, porque
ni el alerón ni el timón de profundidad son efectivos.
En
el despegue, cuando levantamos la cola, conviene hacerlo lo
más suave posible, ya que el efecto de precesión
giroscópica hace que la fuerza que ejercemos sobre el
morro hacia abajo se manifieste con una fuerza a 90º de
la fuerza aplicada. En hélices dextrógiras, ésto
se traduce en una fuerza hacia la izquierda, con lo que tendremos
que pisar muchísimo más pie derecho si hacemos
la maniobra bruscamente.
Para
comenzar a rodar, en vez de aplicar mayor potencia, muchas veces
basta con accionar los mandos para que el avión comience
el movimiento. Una vez vencidas las resistencias iniciales,
con la misma potencia, comenzará a moverse. De esta manera
evitamos daños a la hélice, sobretodo en terrenos
poco apropiados (arena, piedras, agua, ...)
El
control direccional en tierra se ve afectado por varias fuerzas:
el efecto tuerca y el momento generado en el despegue (la resistencia
aumentada en la rueda izquierda debido al efecto tuerca), el factor
P (debido a la carga asimétrica del aspa de la hélice
que sube con respecto a la que baja) y el efecto sacacorchos de
la corriente de aire generada por la hélice que envuelve
al avión. Por ello hay que adelantarse a estas fuerzas
para evitar un trompo, pero tampoco pasarse y corregir a tiempo
la respuesta realizada. Para no pasarse, conviene mirar al fondo
de la pista y generar presión con ambos pies (con uno mayor
que con el otro), para tener mayor sensibilidad a los cambios
aplicados.