Aterrizaje de emergencia en el Pirineo
Domingo, 16 de diciembre de 2007
Poniendo la frecuencia de Santa Cilia de Jaca, proseguimos rumbo norte hacia el Pirineo, pasando por las cimas de La Cuta y Bisaurín
En uno de los virajes reconocí el Auñamendi, monte emblemático en los Pirineos y me dirigí hacia él, sobrevolando primero la Paquiza y procediendo luego hacia la Mesa de los Tres Reyes.
El tiempo para volver a nuestro Campo de origen ya estaba llegando al límite y volvíamos, cuando al pasar al Suroeste de la Paquiza mi primo divisó unos sarrios. Hice un 360 y me puse a orbitar sobre ellos a 120 km/h para ver si los divisaba y en mitad del segundo 360, los ví corriendo en una manada compacta de unos 15 o 20 ejemplares.
La imagen parecía extraída de un documental de la 2. Iban levantado la nieve a su paso, corriendo por una ladera de la que luego sería la fatídica olla. Me lancé hacia ellos a 140 km/h, pero recordé lo peligroso que es internarse en una olla, así que abandoné la mirada de tan espectaculares imágenes y me concentré en planificar la salida.
Un pequeño vistazo alrededor me hizo comprender de inmediato que mi decisión llegaba un segundo tarde. Iba a ser muy difícil salir de allí.
Inicié de inmediato un giro a izquierdas y metí los gases a tope intentando ganar altura, pero la velocidad era muy baja para poder cambiar velocidad por altura. El último giro a la derecha sobraba. No debería haberlo hecho, sin haber calculado antes la maniobra y haber planificado la salida, como tantas otras veces.
Las ollas son ALTAMENTE PELIGROSAS. Si entras con velocidad suficiente siempre puedes intercambiar ésta por altura durante el giro, pero aún así son traicioneras, mejor no experimentar con ellas. Cualquier descendencia o un saliente con el que no calculabas puede dar al traste con la planificación. No hay como practicar con un simulador de vuelo la entrada en las ollas para apreciar la cantidad de veces que puede salir mal la maniobra.