Aterrizaje de emergencia en el Pirineo
Domingo, 16 de diciembre de 2007
¡Nos habíamos salvado por los pelos!
Si esperando al helicóptero y con unas perspectivas más bien sombrías sobre nuestro futuro inmediato, estábamos de auténtico cachondeo, al subir al helicóptero, parecía que estábamos en pleno cotillón de nochevieja. Los comentarios jocosos, eran contínuos entre nosotros, pero de repete vino un pequeño bajón de adrenalina y, como un mazazo, toda la tensión de las últimas dos horas, pasó su factura. Casi nos quedamos dormidos en el viaje a Pamplona, con una pequeña escala para dejar en un pueblo a los del "grupo verde". Tal era el "bajón", que ni siquiera nos enteramos del nombre del pueblo donde paramos para dejar al grupo de rescate de montaña.
Aterrizamos en Pamplona ya cerca de las 1800 y las últimas luces del día nos despedían cuando entramos en la base de operaciones de la empresa de los helicópteros. El Jefe del Campo de Vuelo estaba ya en camino para recogernos con su coche y la adrenalina no hacía más que bajar hasta el punto de tener ganas de vomitar y hacernos sentir todo el cuerpo como si nos hubiesen dado una paliza.
Cuando Iñigo, el piloto del helicóptero, y sus compañeros nos invitaron a un café, casi rompo en lágrimas emocionado, intentando dar las gracias por el rescate. Es en momentos límite como éstos, cuando uno percibe lo importante de vivir en sociedad.
MUCHAS GRACIAS A TODOS